Aquel sueño. Aquella esperanza. Aquel sentimiento. Aquella meta. Todos perfectos, todos inalcanzables.

jueves, 29 de abril de 2010

De vuelta con los mundanos - El Diario de Montidia Pineda

19-6-08
Querido diario la historia de mi paso por lo que podríamos denominar infierno, finaliza ahí. Sí, es cierto que Mina aceptó el trato con Lucifer, y a mi pesar, no pude hacer nada para evitarlo.
Tras haber aceptado un pacto con el mismísimo diablo, con tan solo decir la simple palabra que es ''sí'', ya no hay vuelta a atrás. ¿A que tú no sabías eso? Pues bien, se puede decir que Mina no había leído la letra pequeña del contrato, y no conocía la segunda condición. Y es que, ¿quién dijo que el diablo era justo?
Yo, desde luego, no. Te preguntarás cual era la segunda condición, pues bien, no pienso privarte de ese amargo conocimiento. Ésta era que Mina se transformaría en una muñeca de porcelana, de esas que parecen diabólicas. La diferencia entre las que venden en las tiendas y ésta, es que ésta era diabólica de verdad.
En el mismo momento en el que Mina aceptó, pasó a ser una muñeca de porcelana ya no hubo vuelta a atrás. Lucifer me indicó que debía ir a un centro académico a las afueras de una pequeña región llamada Murcia, este centro no solían aceptar a gente tan ¿especial? como yo, pero Lucifer puede llegar a ser muy persuasivo, por lo que me aceptaron desde el momento en el que crucé aquellas metálicas puertas que daban paso a lo que pronto se convertiría en mi hogar.
Recuerdo que tras atravesar la puerta principal que daba lugar a la entrada vislumbré unos impecables sofás blancos que parecían invitarme a sentarme sobre ellos, por lo que cedí, y eso me dio tiempo para pensar en todos los cambios a los que había sometido mi vida, miré a Mina y solté un suspiro. Cómo podía ser en el lugar en el que, días atrás, había estado mi primer único mejor amigo, Frantzseco, ahora se hallaba una chica que decía ser mi amiga, la miré de nuevo y me pareció ver un pequeño destello rojizo en sus dilatadas pupilas. ¿Cómo había podido ser tan ruin abandonando a Frantzesco?, que siempre me fue fiel, y ahora, yo lo había dejado solo en el submundo. Pensé en lo triste y solo que debía sentirse allí abajo.
De repente dos alegres voces sonaron a mi espalda, mantenían una conversación sobre un tema que no pude distinguir. Me giré en redondo y contemplé a las dos muchachas que se hallaban ante mí, una de ellas era alta, de morenos, cortos y despeinados cabellos, sus ojos pardos me miraron fijamente y me dirigió una cálida sonrisa y pude distinguir lo que le decía a su compañera de larga y ondulada melena. Poco a poco se iban acercando y la distancia entre nosotras se iba acortando y cuando mi cerebro captó el mensaje de salir corriendo ya era demasiado tarde, las tenía frente a mí, agarré con fuerza a Mina.
-Hola, tú debes de ser la nueva, ¿no?- dijo la de cabellos despeinados.
-S...Sí...- respondí con miedo.
-Yo soy Laura y ésta es mi amiga Cristina- presentó la otra.
-¿Tú como te llamas?- volvió a hablar la que se hacía llamar Cristina.
-Montidia Pineda- respondí al instante, de repente todos mis temores había desaparecido, sentía cierta simpatía por aquellas dos chicas. Pero me pareció ver que miraban con extrañeza a Mina...

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